Serie: Alma en el Mar
Alma en el Mar
Diego no conocía la mar.
El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá
de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar,
la mar estalló ante sus ojos.
Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudode hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar,
temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
-¡Ayúdame a mirar!
(Eduardo Galeano)
Diego no conocía la mar.
El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá
de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar,
la mar estalló ante sus ojos.
Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudode hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar,
temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
-¡Ayúdame a mirar!
(Eduardo Galeano)

Aprendiendo a Volar

Alma

Alma viajando en Barcos

Ayúdame a mirar tanta belleza
Acerca de la Obra
" Dicen que, en ciertas playas solitarias, las almas de quienes murieron en el agua regresan. No para penar, sino para recordar"
Esta serie de obras digitales da cuerpo y alma a esta leyenda de los pescadores casi perdida por los tiempos. Cada figura que flota, se sienta o se entrega a las olas no representa una muerte, sino una persistencia.
Son seres ausentes, que por un instante suspendido en la memoria, se materializan a través del aire, el agua y la arena.
Los trazos simples y sutiles, los arman y desarman transforman la escena en una danza, una risa, una caricia.
No tienen peso, pero tienen gesto.
No tienen voz, pero sus cuerpos murmuran.
Se reencarnan en color, en movimiento suspendido, en la luz quebrada del atardecer y finalmente se reflejan en nuestros recuerdos más sentidos.
La muestra no habla de fantasmas, sino de vinculos. De aquello que, aunque desaparecido, sigue tocandonos.
Nos invita a mirar con ternura hacia lo perdido y a recordar, como ellas, los momentos mas hondos y felices. Como quien, en una playa desierta, cierra los ojos y por un segundo siente que alguien más se sienta a su lado.