
Donde el Sol entra pero no Alcanza
El sol entra, sí, pero no alcanza.
Avergonzado ni les roza el alma, como si temiera herir con su tibieza a quienes han aprendido a vivir sin abrigo.
Así también hay luz, pero no abriga.
Se filtra por una ventana cansada, dibujando formas silenciosas en el piso, como si quisiera jugar con ellos…
Pero ellos, ellos ya no juegan,
no corren,
no sueñan.
Solo esperan, quietos, lacios, detenidos.
Como preguntas que nadie se atreve a realizar.
Una espera que no grita,
que no golpea la puerta,
que no trae regalos en enero.
Habitan el umbral de lo invisible con la silenciosa fuerza de lo que no se rinde. Junto a su perrito de paso que ya tampoco ladra, gallinas y fantasmas que predicen su futuro.
Hay una dignidad callada en su desorden, una esperanza que no se rinde, aunque ya no sepan ni cómo se llama.
Y los ojos —esos ojos— dicen lo que la boca calla.
La infancia también se cansa, pero aún así, resiste.
Serie: Seguimos esperando
Título: Donde el Sol entra pero no Alcanza
Tamaño: 90 x 60
Técnica: Mixtas digitales
Impresión única en Canvas Giclee
Año: 2024